martes, 2 de abril de 2013

Crítica discográfica. Danseuse dans Grenade. Sanja Plhol. CD de IBS Classical.



Después de Soirée dans Grenade, IBS Classical continúa la serie Dans Grenade (dedicada al repertorio de música española o relacionada con España y registrado en lugares emblemáticos de la ciudad de Granada) con la grabación, en el Auditorio Manuel de Falla, el entorno de la Alhambra y el Palacio de Carlos V, de Danseuse dans Grenade, de Sanja Plhol. El leitmotiv del disco, la danza, se estiliza o se agudiza en función de las diferentes obras, que abarcan una amplia extensión temporal, desde el Siglo de Oro hasta nuestros días, desde Luys de Narváez hasta Angelo Gilardino. 

Cada vez más, tiendo a valorar interpretaciones distantes de mi propio criterio y gusto desde una premisa que aprendí con el guitarrista catalán Álex Garrobé: un intérprete siempre debe defender su interpretación. He podido comprobar que los grandes intérpretes son precisamente aquellos cuya lectura de la música se percibe coherente, encaje o no dentro de los parámetros que cada uno podemos tener en relación con esta apasionante asunto de la interpretación.

Cuando uno, por lo tanto, se dispone a aportar su opinión sobre una grabación o un concierto, especialmente si se han llevado a cabo con un instrumento del que también es intérprete, debe dejar a un lado tanto la visión particular que pueda tener sobre las obras grabadas como las interpretaciones de referencia que forman parte de su bagaje cultural. Es ahí, en ese lugar intermedio y virgen, donde puede y debe situarse para poder hacer una crítica, siempre injusta por indefectiblemente subjetiva.

Hemos escuchado la música de Narváez con gozo en la vihuela y con satisfacción en la guitarra (en ocasiones, también al revés) en manos más experimentadas que las de la joven Sanja Plohl. Pero esta falta de experiencia (que sólo se cura con los años) otorga, a modo de indemnización, una frescura que supone en las piezas de Narváez varios aciertos: una excelente y muy escolástica (pero reconfortante) claridad contrapuntística y un empuje que, si bien propicia algunas extrañas acentuaciones, equilibra una ejecución sin afectación y desde luego convincente.

Manuel M. Ponce es, sin duda, uno de los nombres importantes en la composición para nuestro instrumento. De su extensa obra, las Variaciones sobre la Folía son una de las más redondas. Monumental en extensión y ambiciosa en concepto, fue escrita a petición de Segovia, de quien Ponce decía, tras el debut de aquel en México, el 6 de mayo de 1923 : oír las notas de la guitarra tocada por Andrés Segovia es experimentar una sensación de intimidad y bienestar hogareño; es evocar remotas y suaves emociones envueltas en el misterioso encanto de las cosas pretéritas; es abrir el espíritu al ensueño y vivir unos momentos deliciosos en un ambiente de arte puro, que el gran artista español sabe crear.

Desde la introspección inicial del tema de la Folía, sobrio y concentrado, Sanja Plohl nos hace de Cicerone a lo largo del viaje propuesto por Ponce a través de una serie de variaciones, con el mérito innegable de mantener en esencia el hilo conductor y, al mismo tiempo, dar a cada variación personalidad propia. Con un excelente sentido rítmico (casi podríamos hablar de sentido del “swing” en alguna de las variaciones), una técnica solvente y quizás con la única pega de una cierta rigidez en momentos muy puntuales, la joven guitarrista demuestra que es capaz de afrontar sin complejos una obra de tal envergadura acometiendo todas las dificultades que encierra: trémolo, rasgueados, acordes repetidos, armónicos…es decir, todo cuanto Segovia había solicitado al compositor mexicano. En efecto, en una carta escrita posiblemente en diciembre de 1929, el ilustre linarense decía:
Quiero que me hagas unas variaciones brillantes sobre el tema de las Folías de España, en Re menor, y cuya copia del manuscrito de Berlín te envío. En un estilo que linde entre el clasicismo italiano del XVIII y los albores del romanticismo alemán. Esto te lo pido de rodillas… Si tú no la quieres firmar se las adjudicaremos a Giuliani, de quien hay muchas cosas por descubrir, y de quien acaban de darme un manuscrito en Moscou. Quiero que esta obra sea la mejor pieza de esa época, el pendant de las de Corelli para violín sobre el mismo tema. Ve haciendo variaciones y mándamelas, y procura que contengan todos los recursos técnicos de la guitarra, por ejemplo variaciones en acordes simultáneos de tres notas, en octavas, en arpegios, sucesiones rápidas que asciendan hasta el Sib sobreagudo y que expiren en el Re grave, enlace de voces en nobles movimientos polifónicos, notas repetidas, un mayor cantabile que realce la belleza del tema, entrevisto a través del enredo ingenioso de la variación, y volver a él, para concluir con grandes acordes, después de derrochar toda la noble astucia musical de que tú eres capaz, para distraer al que oye, ¡de la proximidad definitiva del tema…! En todo doce o catorce variaciones, obra de toda una parte del programa, que no se hará larga, por el contraste de cada variación con la que la precede y la sigue.
Finalmente no fueron doce o catorce sino veinte las variaciones, coronadas por una magnífica fuga, pura arquitectura que se muestra en toda su grandiosidad bajo el tamiz de la eslovena. Suerte que Segovia, que pidió a Ponce, en otra carta, esta vez del 22 de diciembre, un final corto y brillante, para tocarlo cuando esté ante un público menos elevado que el de capitales como Berlín, Londres o París, dejó la decisión final al parecer del compositor y quedó cautivado con la Fuga que éste le envió, pues quedaba perfectamente en la guitarra sin necesidad de cambiar ni una sola nota.

La delgada línea entre lo culto y lo popular es un lugar común en el repertorio para nuestro instrumento. La música de Regino Sáinz de la Maza, esencialmente andaluza, participa de este lugar común por derecho propio y con plena consciencia. De las piezas breves que Regino dedicó a la guitarra, se han seleccionado para este disco dos de las más conocidas. ElZapateado, quizás la más acertada, tiene un encanto especial, brillante y albeniciana en su inicio y su final y refinadamente lírica en su sección central, algo rápida y menos contrastante de lo deseable en la versión de Sanja Plohl, pero rica en matices pese a todo. La petenera, por su parte, suena entre las cuerdas de Sanja sombría, nostálgica, llanto del pueblo, quejío del que se sufre

Cierra el disco la Sonata del Guadalquivir (2004) de Angelo Gilardino, que demuestra que no sólo quien no ha nacido en nuestro país puede entender igual o mejor que los autóctonos la idiosincrasia cultural española, sino que precisamente la perspectiva que da la distancia suele ser útil para tal menester. Así, los mejores hispanistas suelen ser foráneos y Gilardino, con, eso sí, una estrecha relación profesional y personal con nuestro país, no es una excepción. Expone Javier Suárez-Pajares en el prefacio a la edición de la Sonata de la Editorial Bèrben (titulado La veta hispana de Angelo Gilardino) que el autor representa el caso de un hispanista integral que se ha preocupado tanto por los ámbitos de la historia como por los de la creación. Entre el modernismo y la espiritualidad, la Sonata se inspira, en su segundo movimiento (Leyendas), en las notas del villancico anónimo del Cancionero de Palacioque comienza así: Tres morillas me enamoran en Jaén, Aixa, Fátima y Marién, mientras guarda las formalidades para primero (Memorias, en forma sonata) y tercero (Lejanías, un rondó).

En definitiva, una interpretación tan seria como lozana, tan honda como definida y una grabación más que estimable esta Danseuse dans Grenade que mantiene el nivel de calidad y rigor comenzado por la Soirèe y que merece un justo reconocimiento.

Alberto Royo.
Publicado en Artepulsado.